17/10/10

Esfuerzo en Dios

Meditación con motivo del XXIX Domingo de tiempo ordinario
Ciclo /C/

Textos:
Exodo 17,8-13
2Timoteo 3,14-17.4,1-2
San Lucas 18,1-8

Muchas veces buscamos salidas fáciles para que todo se resuelva, sin comprometernos realmente con nuestro entorno y nuestra realidad, buscamos gente que nos contacte, que nos ayude para evitar hacer ciertas cosas, incluso en la vida de fe, buscamos hacer una serie de ritos y prácticas que nos faciliten la vida, y que todo se resuelva milagrosamente sin ningún esfuerzo.
Sobre esta idea nos habla el día de hoy las lecturas y especialmente la primera lectura tomada del libro del Éxodo. Esta lectura se sitúa en medio de la pelea contra el pueblo de Amalec, que ejercía control de las caravanas entre Arabia y Egipto y era uno de los grandes enemigos de Israel. Ellos no quieren darles el paso y deciden despojarlos, por ello los israelitas deciden enfrentarlos.
Algo curioso que podríamos notar en este relato es que no se narra la batalla, sino que el autor dirige la atención a un gesto un tanto significativo, pues sólo fija su mirada en Moisés. Y sobre todo se fija en una acción un tanto curiosa: Moisés levanta las manos. Este levantar las manos ya se ha hecho en otros momentos del libro del Éxodo, levantar las manos es un símbolo del poder de Dios. Cuando Moisés levanta las manos es para que la fuerza de Dios actúe y pueda salvar a su pueblo. Ahora Moisés alzará la mano en medio de la Batalla, para que sea el poder de Dios el que actúe, y a pesar de su pequeñez y fragilidad Será Dios que actúe y los lleve a la victoria, los lleve a la salvación.
Y en medio de este actuar el poder de Dios el autor da una descripción un poco extraña: «Sucedió que, mientras Moisés tenía alzadas las manos, prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec.» Por qué sucede esto, alguno podría pensar que esto es algo meramente mágico, que todo depende de Moisés. Pero no es así esto tiene una fuerte connotación teológica. Dios le ha dado hasta el momento todo lo necesario para sobrevivir, para salir delante, por ejemplo les abrió las aguas del mar Rojo, y ellos llenos de fe se pusieron en camino, pero ahora deben hacer un alto en su vida y descubrir que ellos también deben actuar, no basta que Dios lo haga siempre todo, es necesario que la fuerza de Dios, la demuestren los hombres, sean ellos los que actúen. De esta manera se nos demuestra que Dios está presente con su pueblo, que él es su fuerza, pero es necesario que el pueblo lo reconozca y ponga su esfuerzo. La providencia de Dios requiere que el hombre también actúe.
Dios les da fuerza a cada uno, pero es necesario que ellos la utilicen. Los Amalecitas no van a salir volando, sino que se requiere que todos se esfuercen y luchen. Y este esfuerzo se ve claramente marcado con un símbolo extraordinario, nos dice el texto que es necesario que a Moisés le sujeten los brazos, porque sino el pueblo no pone de su parte entonces el brazo no queda extendido y cae. Dios ayuda, pero si el hombre no es capaz de involucrarse y participar no se podrá ver la acción de Dios en la historia. Aarón y Jur sostienen sus brazos, y ellos representan al pueblo que participa en la batalla, uniéndose para actuar junto con Dios. Aarón es sacerdote, es signo del pueblo que tiene fe, mientras que Jur, un personaje que hasta este momento aparece el texto del Éxodo, es símbolo de uno más del pueblo, es parte de la cotidianidad, que con su trabajo diario, con su vida se esfuerza para alcanzar el sentido de su vida, para luchar desde su trabajo, para reconocer a Dios.
De esta manera Aarón y Jur, pueblo de fe y de de labor cotidiana, se esfuerzan para demostrar el poder de Dios en sus vidas. Son todo el pueblo esforzándose y luchando para salir adelante, más aún para demostrar que Dios está con ellos, porque lo que Moisés tiene en sus manos es el bastón, la presencia de Dios y su proyecto liberador.
Muchas veces nosotros queremos que Dios solucione todo, que todo se resuelva por acto de magia, sino que debemos esforzarnos para que las cosas cambien, porque no es que Dios sea un genio de la lámpara maravillosa que por arte de magia resuelva todo de manera instantánea.
La fe no es magia, donde esperamos que todo se nos resuelva sin esforzarnos. Siempre tendremos dificultades, problemas en la vida, y cierto que contamos con la fuerza de Dios, pero es una fuerza que se requiere hacerlo que no corresponde. Si nos enfermamos, desde luego que la fuerza de Dios está con nosotros para sostenernos en la enfermedad, pero eso implica respetar los medicamentos, cuidarnos, no hundirnos en tristeza, etc. En todo está la fuerza de Dios, el problema es que nosotros no nos gusta luchar ni esforzarnos para que todo salga adelante.
Hasta qué punto nos esforzamos para que esa fuerza de Dios ni transforme. En el evangelio vemos como esta mujer, esa viuda, clama a Dios, pero no se queda nada más esperando, sino que va e insiste una y otra vez para que todo sea distinto, es lo único que podía hacer y por ello se resuelve la problemática.
Cada uno de nosotros debemos reconocer que Dios da su fuerza, pero que nosotros también debemos de trabajar y no quedarnos impávidos y estupefactos sin hacer nada. La vida de fe, la vida de oración, es un acercamiento a Dios, de reconocimiento de su vida en nosotros, y de la capacidad de descubrirlo cómo entra en nuestra vida y nos ayuda a seguir adelante, con nuestro esfuerzo de cada día, sin esto es una fe mágica, una fe absurda, una gfe que no es cristiana.

2 comentarios:

  1. PADRE, GRACIAS POR ESTA ALECCIONADORA HOMILÍA.
    HAY QUE UNIR LA FE CON LA ORACIÓN Y NUESTRA VOLUNTA EN LA ACCIÓN. ¡EN TUS MANOS SEÑOR!
    PADRE¿NOS PODRÍA AYUDAR A REFLEXIONAR EN ESTE DÍA EN SAN LUCAS EVANGELISTA Y EN NUESTRA MADRE, LA SANTÍSIMA VÍRGEN MARÍA?
    GRACIAS PADRE.

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  2. PADRE, EN MI ANTERIOR COMENTARIO, QUISE ESCRIBIR LA PALABRA "VOLUNTAD" (EN EL SEGUNDO RENGLÓN) PERO MI MANO "VIEJITA", NO DEBIÓ TECLERLA. DISCULPE LA FEA FALTA VISUAL.

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