29/10/10

«…había un hombre enfermo de hidropesía…»

Meditación con motivo del Viernes XXX de tiempo ordinario

Textos:
Filipenses 1,1-11
San Lucas 14,1-6

El hombre por naturaleza busca ser reconocido, busca que le den su lugar, que le reconozcan sus actos, a nadie le gusta pasar desapercibido en sus actos, a nadie le gusta que le hagan a un lado y no le digan gracias, que le agradezcan lo que hace, pues con eso el hombre se siente aceptado, se siente acogido en una determinada comunidad. Si en una familia los padres de familia no reconocen a los hijos lo valiosos que son, no se percatan de lo que son sus hijos, ellos se desilusionan, y no porque sólo lo hagan para que se les reconozcan, sino que al reconocer el papel de los hijos ellos se sienten amados, se reconocen valiosos en el entorno. De hecho cuando ellos no siente ese cariño buscan por todos lados y formas, el llamar la atención, para que sientan al menos la importancia en la familia, cuando les llaman la atención u otra cosa.
Si bien todos necesitamos el ser acogidos, el problema que se puede presentar es precisamente el de querer sobresalir a toda costa, el buscar recibir recompensa o ser reconocido, sólo porque nos creemos merecedores de ella. Ye entonces ya no hacemos las cosas porque sean necesarias, sino porque sólo interesa el reconocimiento, no se hacen las cosas lo mejor posible, sino se hace sólo lo necesario para recibir el aplauso y todo se pierde de vista pues se queda en mera apariencia, sólo en un medio que es el reconocimiento y la fama.
Sobre esto nos habla el día de hoy el texto evangélico. Nos presenta a este hombre hidrópico. Es una figura un tanto grotesca, pues se presenta a este hombre que está hinchado por el agua debido a que retiene los líquidos. Lo interesante es que se presenta en medio de una comida con los fariseos, que al encuadrarlo en esto y el siguiente episodio, donde se hablará de la importancia de ser humilde y de no estar buscando en los banquetes los primeros lugares, podremos comprender que representa ese hombre en este pasaje.
Es un hombre enfermo, un hombre que a causa de su enfermedad está hinchado, por tanto es figura de los fariseos que están hinchados, llenos de una búsqueda desmedida de fama, de poder, de autoridad, de privilegios. Su búsqueda ávida de protagonismo, de querer ser los mejores ha hecho que se hinchen, que se sumerjan en u n sin fin de situaciones.
De este modo el hidrópico representa a todo aquel que deja que el poder, el protagonismo, la fama, el aplauso sea el único motivo desmedido por el cual se vive. Si bien es cierto que, que el hombre busca el reconocimiento para sentirse importante y querido en medio de los suyos, es también totalmente enfermizo vivir sólo par esto, porque entonces se pierde sentido de la realidad y creemos que somos lo único importante en la vida, creemos que somos los únicos que podemos hacer las cosas bien, creemos que somos los únicos capaces de reconocimiento, los únicos valiosos.
Esto lo nos lleva a un egoísmo, puyes no somos capaces por u n lado, de reconocer lo que los otros hacen, pues creemos que somos únicos y los vemos hasta como rivales y enemigos. Por otro lado, dejamos de hacer las cosas, con cariño, con ganas, de hacerlas porque nos gusta, o porque nos corresponden, porque así ayudamos; pues ahora sólo las hacemos porque queremos el aplauso, el reconocimiento. Y podemos hacerlas incluso mal, sólo con una superficie, con una coraza que permite justamente ser reconocidos, sin que los efectos sean bien claros.
Todo estos e ve claramente representada por esta figura del hidrópico. Sin embargo está ahí en medio de esta escena buscando salir de esta superficialidad e la vida, en la cual se ha sumergido y que por lo tanto lo ha hinchado. Y para ello se acerca a Jesús que lo salva, sin embargo los fariseos se oponen inmediatamente pues para ellos no es posible que sea sanado en Sábado. Esto demuestra su cerrazón, su incapacidad para salir de su superficialidad, se creen los únicos intérpretes de la Ley y por lo tanto, los únicos dignos de ser tomados en cuenta, una soberbia teológico-intelectual que van demostrando.
Pero Jesús les hace entender su soberbia, y pone un sencillo ejemplo: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Con esto Jesús aclara una idea fundamental, este hombre ha caído en un pozo de agua y está lleno de ella, debe salir de esa situación; si ellos sacan del agua a un niño o a un buey, cuánto más a este, que está hundido en el agua de su soberbia, de su superficialidad. El problema es que ellos no quieren reconocer esto, ellos no quieren salir de ese pozo, y siguen hundiéndose.
Este pasaje nos invita a reconocer que pudiera ser que hemos perdido de vista la capacidad de servir, de amar, de hacer las cosas porque es parte de nuestra vida, pero no porque buscamos un aplauso o porque pensamos que somos los únicos en hacerlo; y si estamos en esa situación acerquemos nos a Jesús que nos libera realmente.

3 comentarios:

  1. PADRE, POR ESO ES MÁS HERMOSA LA ORACIÓN DE LA PRIMERA LECTURA: "QUE SU AMOR SIGA CRECIENDO MÁS Y MÁS Y SE TRADUZCA EN UN MAYOR CONOCIMIENTO Y SENSIBILIDAD ESPIRITUAL." ¿VERDAD PADRE?

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