14/5/09

Dar frutos y agradecer frutos

Meditación para el Domingo V de Pascua

Textos:
Hechos 9,26-31
1 Juan 3,18-24
Juan 15,1-8

El texto del evangelio del día de hoy nos presenta el discurso del capítulo 15 en donde Jesús se compara con la vid. Dentro de la Escritura la vid es un símbolo del pueblo de Dios (cfr. Is 5,1-7). Ahora es Jesús el que se autodenomina como la verdadera vid, es decir el verdadero pueblo, dando a entender que ahora el que quiera pertenecer al Pueblo de Dios es necesario identificarse con Jesús. El que quiere pertenecer al Pueblo, es necesario pertenecerá Jesús, identificarse con él. De ahí que Jesús marque que los discípulos son los sarmientos, vivir en comunión con Cristo y dar frutos, sólo así se pertenece al pueblo de Dios.
Si vemos bien una vid, es una planta que da el fruto de la uva. Pero en sí misma no es una planta extraordinaria, es una especie de enredadera, que va colocándose en una vara para expenderse y dar los frutos. Pero no tiene gran utilidad, esa enredadera no es gruesa por tanto no produce una sombra para descansar bajo ella. No tiene hojas medicinales en cuanto tal. Si se seca es difícil que se talle su “tronco”, puesto que no sirve puesto que está totalmente torcido. De ahí que solamente sirva para dar frutos, de lo contario, si no se da frutos no sirve es mejor arrancarla. De ahí que Jesús lo manifieste, si no da fruto será arrancado.
Con esto nos da a entender algo muy importante, si no hay fruto es estéril la vida cristiana. El cristiano es aquel que está totalmente ligado a su maestro, y ello requiere dar frutos. Es nulo creer que el cristiano es el que dice que está con Cristo, que cree en él, que le ama, que le conoce, pero no da los frutos adecuados. Ser cristiano implica dar los frutos de perdón, de amor, misericordia, solidaridad, entrega. Sólo a partir de esto se puede hablar de fe en Cristo. De nada sirven asambleas llenas con muchos cristianos, de hombres de fe que llenan lugares, pero que no viven lo que escuchan y celebran. Este pasaje en realidad es profundamente fuerte y radical: o se está con Cristo dando frutos o simplemente es algo estéril y lo estéril es retirado. El Padre lo arranca, porque hemos sido llamados para dar frutos.
Por otro lado, dar frutos no es una acción de momento, es algo en movimiento, que debe crecer. Podemos decir que iniciamos a perdonar, empezamos a amar, empezamos a ser solidarios, pero es necesario ir creciendo. Es necesario seguir fiel a este proyecto de amor que implica cada día un esfuerzo, una lucha para vencer el odio, el pecado, la destrucción y así vivir el proyecto del evangelio. No porque un día fui solidario soy un hombre de caridad; no porque un día de una oportunidad soy un hombre de perdón. Es necesario crecer, aumentar la vida en Cristo.
Por esta razón nos dice el texto: “Al que da fruto lo poda, para que de más fruto”. Con esta expresión se da entender que una vez que se da fruto, se debe de seguir dando fruto. Ello implica no seguir aletargado en lo mismo, creyendo que se es bueno con lo poco que se va haciendo. Ello implica dar un paso, y esto es sin lugar a dudas algo duro, difícil, doloroso. Porque perdonar, implica siempre algo más, porque cada día hay más retos, más situaciones, más necesidad de misericordia. Ello duele, deja en duda, es complejo. Por ello dice Jesús que se le poda. Pues cuando se da el corte dele, pero ello permite dar fruto.
Este corte, no es para lastimar es para crecer. Cortar implica dolor, pero también conlleva el quitar lo que no sirve. El Padre nos quita lo que nos estorba, lo que no nos ayuda para generar un nuevo hombre. Quitar el aletargamiento, quitar el conformismo, quitar la tibieza en la vida de fe. Sólo así, dando un nuevo paso se logra dar fritos. Con esto Jesús nos dice que cada uno de nosotros debe de ir cambiando, debe de irse transformando. Dar frutos implica constancia.
El tiempo de pascua es tiempo de resurrección. Y la resurrección es dar frutos. Sólo dando frutos se vive la resurrección y mostrando la vida en la fe. De nada nos sirve celebrar la pascua, sin dar frutos en nuestra historia, en nuestra vida. La resurrección es dar frutos.

El día de hoy V domingo de pascua coincide con el 10 de mayo aquí en México, y podríamos reflexionar en esta tónica de frutos viendo primeramente los frutos de la maternidad.
Como frutos de la maternidad tenemos que son fuente de vida, pues ellas han dado la vida, han dicho “Si” a la vida. Si hoy estamos aquí es porque ellas han dado ese si. Ho en un mundo que apoya el aborto, la maternidad es la más fuerte declaración en contra, pues vivimos en un mundo donde se requiere la vida y hoy debemos dar gracias por nuestra vida, la vida que Dios nos ha regalado y que nuestras madres lo han aceptado y estanos aquí.
Está un fruto de sacrificio. Cuantas mamás se sacrifican para darle a sus hijos todo. Cuántas incluso se quitan el pan de la boca para dárselo a sus hijos. Prefieren darle todo a sus hijos para que vayan bien.
Se puede ver el fruto de la comprensión. Las mamás que están al pendiente de lo que viven los hijos. Que se desvelan para esperarlos o para ayudarlos en sus tareas. Que tratan de ver lo que les pasa.
Encontramos el fruto de la unidad y ello nos lleva a ver como se preocupan para que exista la armonía en el hogar. Sobre todo para reflexionar que a veces en la vida de pareja no se vive esto, y que con una sensibilidad especial, la madre busca esa unidad. Pero sobre todo busca que exista esa unidad entre los hijos.
Podríamos enumerar cientos de frutos que nuestras mamás nos dan, sin embargo detengámonos aquí y veamos hoy 10 de mayo que tanto agradecemos estos frutos en nuestras vidas.
Cuántos no tratan a sus mamás como sirvientas, cuántos no se la viven siempre peleando y desobedeciéndolas siempre, cuántos ni las toman en cuenta. Cuántos las lastiman y las hieren diciendo de cosas. Si hoy se celebra el día de las madres, deberíamos no solamente felicitarlas, regalarles cosas. Más bien debería ser un día de reflexión y evaluación ¿Cómo nos hemos portado con ellas? ¿Qué debo de cambiar a partir de hoy en la relación con mi mamá? Sólo así podríamos hablar de un buen 10 de mayo.
Hoy Jesús nos pide estar unidos a él y dar frutos. Y en este diez de mayo, considero que no habría mejor fruto que empezar a cambiar nuestra relación con nuestra mamá, siendo buenos hijos agradeciendo lo que ellas hacen por nosotros y dando frutos de amor para con ellas. Sólo así en medio de la pascua daremos un fruto más y felicitaremos realmente a nuestras mamás.

1 comentario:

  1. Padre,en verdad que hay que dar las GRACIAS A LA VIRGEN. Pero también hágalas exensivas, por favor,a su mamá aquí en la Tierra. Porque por mujeres como ella tenemos SACEROTES como Usted.GRACIAS A DIOS

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