29/5/09

Problemas de lenguaje

Meditación para el domingo de Pentecostés

Textos:
Hch 2,1-11
1Cor 12,3-7.12-13
Jn 20,19-23

Una de las problemáticas más críticas y contradictorias en nuestros tiempos es la falta de comunicación, si bien vivimos rodeados por una inmensidad de medios que permiten acceder a múltiples informaciones como la radio, la TV, el internet, lo cierto es que en medio de esta ola de medios masivos, no hay plenitud en la comunicación. Vivimos rodeados de información, de noticias, chismes, morbo, pero en realidad no estamos comunicados totalmente unos con otros. Esto se debe a que existe no un problema de información, porque eso si existe, sino que hay una problemática de lenguaje, de comunicación, que no permite que el hombre pueda totalmente conocerse y comprenderse.
Como un ejemplo de esto lo podemos descubrir cuando la juventud trata de hablar con el mundo de los adultos, parecen mundos contrarios, e incluso adversos, siendo que deberían de ser dos lenguajes complementarios. Pero en general, los papas no entienden a sus hijos, y viceversa, unos dicen que en sus tiempos todo era mejor, los otros dicen que la moda es otra cosa y que no son capaces de ponerse en onda. Pero, ¿Cuál de las dos posturas es la correcta? Pues las dos y ninguna, pues las dos leídas desde su contexto son consistentes, pero sacadas de ahí no tienen razón de ser. Cada tiempo es bueno y malo, cada tiempo tiene diferentes medios, metas e intenciones, de ahí que siempre tengan sus momentos buenos y sus malos ratos. También cada época tiene sus modas y son parte de la misma expresión cultural, sin embargo, no por ello deben de regir la vida en su totalidad, son medios y rasgos de la sociedad, pero no son los medios únicos y totalizadores, que en su contexto es válido, pero se requiere de otras direcciones en la vida para complementar la vida en medio de la cultura.
Pero el problema de lenguajes no sólo es algo que se da entre las diversas generaciones. Pues en la misma vida de pareja cuántas veces hay incomprensiones, deslices, pleitos. Hablando de una misma realidad, pero incapaces de entenderse. Cuántas veces la pareja se disgusta, se dividen, se apartan uno de otro, incluso buscando un aparente refugio a sus frustraciones en sus hijos y diciendo que entre su pareja y sus hijos prefieren a sus hijos, como si la otra persona no valiera, como si el amor que existió entre ellos fuera nulo y vacío. Se podría decir que el amor se acabo, que fue pasajero, una mera emoción de momento, pero eso no puede ser así, más bien no logran entenderse, no son capaces de comunicarse bien y para ello es necesario separarse y negar todo lo que ha existido en su vida.
He aquí la contradicción, en un mundo lleno de información el hombre es incapaz de comunicarse. El problema de las dificultades que se llegan a vivir es por tanto es un problema de lenguaje. Sobre esto nos habla la fiesta de Pentecostés
Esta fiesta que en sus inicios celebraba el don de la Ley hacia el pueblo, ahora celebra la donación del Espíritu Santo, el cual irrumpe en medo de la comunidad para transformarla, animarla y recrearla. Y uno de los medios por los cuales poder hacer esto es la capacidad que da a los apóstoles para expresarse y darse a entender a toda la población, pues el mismo texto nos dice que ahí había: «Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes
¿Qué significa que estos hombres entiendan esto? ¿Por qué San Lucas escogió estos países en su relato de Pentecostés? Se podría ver que estos países forman tres grupos de civilizaciones que tuvieron su importancia a lo largo del tiempo. En primer lugar son culturas que están distribuidas en los cuatro puntos cardinales, mostrando que el mensaje es para los hombres de todas partes, es un lenguaje universal, católico, sin exclusivismos. Pero además contiene otro elemento vital: Los medos, partos y elamitas son civilizaciones del pasado, Mesopotamia, Judea, capadocia , Frigia, Panfilia y Libia, son las culturas del presente, mientras que Roma, Creta y Arabia son las civilizaciones del futuro, las que en ese tiempo parecen ir despuntando. Por lo tanto, el anuncio es para todas las épocas. Así el lenguaje del Espíritu y por tanto de la fe es un mensaje para los hombres de todos los tiempos y de todo lugar, para que todos se sientan convocados, interpelados y transformados por la acción de esta Palabra salvadora y el Espíritu.
Así, Pentecostés se convierte en la fiesta del lenguaje, en donde todo se puede transformar, donde todos pueden entender. El Espíritu viene para que exista la fuerza por la cual el hombre es capaz de entenderse, de comunicarse, sin importar las edades, las profesiones, los lugares o el status. Dios es para todos y Dios quiere que todos se entiendan, que todos se comprendan, en otras palabras que exista la comunicación. Es el momento para romper las barreras y las divisiones y dejar que el Espíritu entre y transforme la vida de cada hombre, siendo capaz de entablar un momento de comunicación y de comprensión para con los demás. Con Pentecostés el hombre está llamado a entenderse a comprenderse y a entablar todo a partir del amor que es finamente quien transforma y hace posible la capacidad de establecer vínculos.
Con Pentecostés se vence esos problemas de comunicación que ya se nos ha presentado anteriormente en el texto de Génesis 11,1-9, en donde los hombres en su propia autosuficiencia quiere alcanzar el cielo y así llegar a la plenitud por sus propias fuerzas, lograr la felicidad sin Dios; cayendo así en una incomunicación, se traban sus lenguas y se ven como ajenos. Ahora se puede ver que esto llega a su solución, pues todos entienden la lengua, porque la lengua es el amor y esto todos lo pueden entender. Pentecostés es el puente para encontrarnos con los demás, pues con el lenguaje del amor se puede cambiar el mundo.
Si bien el hombre hoy día es incapaz de entender al otro se debe seguramente a que no se comunican bien, o bien uno se encierra en sí mismo buscando sólo su satisfacción sin descubrir lo que el otro requiere y buscando sólo mi placer; o somos incapaces de entender lo que el otro vive; o simplemente no somos capaces de expresar lo que somos y tenemos. Si hoy celebramos Pentecostés deberíamos permitir al Espíritu que entre a nuestra vida con fuerza capaces de comprender al otro. Quitando aquellos muros que nos encierran, que buscan nuestra propia autocomplacencia. Abrirse y encontrarse con los demás. No decir que lo mío era mejor, sino descubrir que hay de bueno hoy, así como rescatar también lo bueno del pasado parea comprendernos, ayudarnos y complementarnos.
Cuántas veces podríamos evitar esos problemas de lenguaje platicando y poniendo nuestros sentimientos en las manos del otro, o comprender lo que el otro me quiere decir así como sus necesidades. Cuantas parejas sólo se informan, porque no empezar a platicar lo que sentimos, lo que necesitamos, lo que ha cambiado, con el fin de transformar la conciencia. O bien tratar de conocer o que los jóvenes y niños sienten tratando de ver su vida, sus necesidades y sus sueños para captar y guiar de la mejor manera, y esto se puede y ahí cuando parece que es imposible será la fuerza del Espíritu que trasforma nuestra vida y vence nuestros límites y nuestras mezquinas intenciones, con el fin de abrirnos, entendernos y comunicarnos mejor.
Con esta solemnidad se concluye el tiempo de la Pascua pues si Jesús ha resucitado es para vencer a la muerte y todas sus estructuras, y para ello es necesaria la fuerza del Espíritu que nos levanta, nos rescata y hace que nos relacionemos y comuniquemos lo mejor posible para fundar la vida de comunidad, vida en donde hay comprensión y salida hacia el otro.

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