31/5/09

Dones del Espíritu

Hoy día de Pentecostés es un buen día para reflexionar de manera breve en los dones del Espíritu Santo.

Al hablar de los dones es necesario comprender que un don de Dios no consiste en derramar sus bondades, porque cuando Dios se da se da Él, es decir Dios da Dios se da a sí mismo. Los receptores de estos dones es el hombre los cuales lo reciben según su capacidad y nunca acabaran de ser transformados por Dios y esto genera un gozo del sentirse necesitado y transformado por Dios.
El hombre desde su bautizo tiene las virtudes teologales: fe esperanza y caridad, y estas se adaptan a sus condiciones y actúan en la medida que el hombre decida, pero cuando un hombre se abre a los dones de Dios, es Dios quien actúa cuando él lo decide y el hombre es un instrumento de Dios. Los Dones actúan en el hombre y le capacitan para ir subiendo en un nivel de santidad. Analicemos brevemente cada uno de los dones para captar como es que se van dando una transformación en la vida del hombre y así transformar su vida de santidad.

Sabiduría. Este es el don que pone en movimiento los demás dones. Es el don que nos lleva a saborear a Dios y por lo tanto solo se vive para cumplir la voluntad de Dios. Este don enciende la llama de la caridad, viviendo desde ahora una caridad divina.
Inteligencia. Este Don actúa sobre la fe y le capacita para profundizarla a través de la palabra de Dios, con el cual la penetra y comienza a vivir de una manera distinta iluminada por la palabra.
Consejo. Este es un nivel más elevado que provoca en el alma un deseo de opción ante dos opciones virtuosas y elegir entre dos cosas buenas la mejor.
Fortaleza. Ante las crisis, las persecuciones que parecen vencer al alma, este don con el esfuerzo de Dios ayuda al hombre a resistir el sufrimiento y a dominar sus pasiones, respondiendo ante las dificultades con serenidad, aunque parece que no se hace nada.
Ciencia. Es la capacidad de penetrar a profundidad los acontecimientos desde la visión de Dios y comprende todo lo que Dios realiza y planea.
Piedad. Este don despierta el corazón y se vuelve receptivo, con este don el hombre no ofrece resistencia crece cada vez más su conciencia de sentirse Hijo de Dios y reconoce la fraternidad universal reconociendo que todos somos hermanos en esta creación.
Temor de Dios. Este don es la culminación de la santidad. Con este don reconoce su pequeñez ante la grandeza de Dios, todo pasa a un segundo plano, su anhelo es solo llegar a Dios y toda su atención esta en el escucharle y no ofenderle.

Podemos ver entonces que estos dones son un medio por el cual Dios incrementa la vivencia de las virtudes que recibimos en nuestro bautismo con el fin de alcanzar la santidad, es decir nuestra cercanía con Dios, imitando su vida y su manera de actuar.

Buen Pentecostés a todos...

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