10/5/09

«Se apareció en el centro»

Meditación para el Domingo II de Pascua

Textos:
Hechos 4,32-35
1 Juan 5,1-5
Juan 20,19-31

Estamos en medio del tiempo de la pascua, un tiempo en el cual la iglesia nos propone profundizar en el misterio de la resurrección. ¿Pero qué es la resurrección en nuestra vida? ¿Cómo podemos vivirla en nuestra existencia? ¿Qué podemos hacer para que se manifieste en nuestra vida?
El texto del evangelio del día de hoy nos da la pauta para encontrar sentido a esta realidad. Nos dice que Jesús se parece el mismo día de la resurrección en la noche, cuando los discípulos tienen las puertas cerradas. ¿Por qué en al noche? La noche nos recuerda en este pasaje a la noche de la pascua en el libro del éxodo, una noche en la cual Dios pasa para liberar y así formar el pueblo. Ahora en la nueva pascua Jesús resucitado aparece en la noche, porque la resurrección es un acontecimiento de liberación. Por tanto, si vivimos en la resurrección se debe experimentar un momento de salvación, es imposible que el hombre siga como si nada pasara. Cada domingo nos reunimos y lo hacemos precisamente para vivir ese acontecimiento de liberación, es e momento en el cual Dios nos ilumina y nos fortalece para vivir libres.
Esa liberación nos lo muestra el texto de manera grafica poniéndonos a los discípulos encerrados con un miedo profundo en su corazón. En el fondo la resurrección vine a quitarnos nuestros miedo, pues son éstos los que hacen que nosotros no nos realicemos, no nos fortalezcamos, no avancemos en medio de la vida. Y si lo analizamos bien la resurrección es vencer la raíz de todo miedo, pues el miedo en el fondo es miedo a la muerte. Cualquier miedo que tengamos en el fondo es un acercamiento a la muerte. Si Cristo ha vencido la muerte entonces podemos vencer nuestros grades miedos pues todo puede ser distinto a partir de ahora.
Jesús parece en medio de ellos, es decir en el centro. Y marcar que Jesús está en el centro es algo muy significativo, pues en la biblia el centro es el símbolo de la realidad fundamental para el hombre. Quiere decir que lo único que importa, en torno a lo cual debe de vivir el hombre es lo que se encuentra en el centro. Ahora todo es cristocéntrico, todo gira en torno a él.
Deberíamos preguntarnos entonces cuál es el centro de nuestra vida. En torno a que gira nuestra existencia. Porque tal vez el centro de nuestra vida sea el odio, el rencor, la avaricia, la violencia. Y así es como nuestra vida nos dirige. Vamos pensando cada día en como destruir al otro, como vengarnos, como aprovecharnos y quitarle a los demás, vamos generando en nuestro interior una serie de sentimientos que en nada se ayuda.
Resurrección por tanto es permitir que Cristo sea el centro de nuestra vida, que gire en torno a él. Ver las cosas desde Jesús, con amor, justicia, solidaridad, perdón, misericordia. Sólo cuando las vemos desde ese ámbito podemos ser capaces de transformar nuestra vida e iniciar la vivencia de la resurrección en nuestra vida.
Por tanto, la resurrección es un cambio que debemos generar en nosotros cuando permitimos que el Señor sea el centro de nuestra vida, de nuestros actos y pensamientos. Sólo ahí podemos realmente vivir la experiencia de la fe. Y como fruto de ese centro en nuestra vida llega la paz. Por eso el resucitado les dice “la paz a ustedes”, pues esa paz es fruto de la resurrección, que se puede consolidar en la medida en la que Cristo se vuelve el centro de nuestra vida.
La paz dentro del mundo bíblico no refiere a la ausencia de problemas o guerras. La paz en la Biblia refiere a la armonía con Dios, con uno mismo, con los de más y con la creación. Dando así la capacidad. De vivir en total armonía, expulsando todo miedo en su vida, quitando todo aquello que no le deja vivir con armonía en la vida. Esa paz inicia transformando la vida del hombre. Y esa paz debe comunicarse a los demás: “La paz este con ustedes, así como el Padre me ha enviado los envío yo.” Con esta frase se da a entender que la paz debe de anunciarse a todos, darse a conocer a aquellos que necesitan salir adelante. La resurrección es por tanto el motor que propicia paz, armonía que tanto requiere el mundo.
Para vivir esto, para iniciar el proyecto de la resurrección en nuestra vida es necesario que lo pongamos en el centro, que todo gire en torno a él. Dejemos que él es nuestro centro y así permitamos que la resurrección sea el acontecimiento que nos transforme, nos inunde de la experiencia de Dios. Una experiencia que nos anime a salir adelante, viendo todo desde Dios, venciendo nuestros males y nuestros pecados, dejando que la resurrección sea una realidad en nuestro entorno.

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