19/4/11

Los caminos de Dios

Meditación con motivo del Martes Santo

Textos:
Isaías 49,1-6
San Juan 13,21-33.36-38

Hoy escuchamos en la primera lectura el segundo cántico del siervo, y hoy se nos presenta la respuesta del siervo al llamado de Dios. Hace el anuncio a todos sobre la misión que ha recibido. Mientras que en el primer cántico era Dios quien hablaba y señalaba al siervo, ahora es el siervo quien habla acerca de su misión. Y esta misión es universal, es para todos, y por ello la anuncia a toda le gente. Y nos muestra varios elementos de la vocación que ha recibido.
El primero de ellos es que Dios es quién ha pensado en él desde siempre: «El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre.» Con esta expresión, recuerda que los proyectos de Dios no son cosas que se realicen en el momento, sino que su proyecto es eterno, Dios busca la salvación del hombre y por ello, desde siempre tiene ese proyecto y los diversos caminos a recorrer. Quiere decir que la misión a la cual Dios llama, es una misión que está insertada en su proyecto de salvación. Todo lo que el hombre hace, está dentro de sus proyecto, nada es casual, nada es espontaneo, sino que Dios lleva el proyecto de salvación. Va colocando lo necesario para que este proyecto se lleve a cabo.
Si bien el proyecto de salvación está en la mente de Dios, también es cierto que existe la libertad del hombre que puede frustrar ese proyecto salvífico, y ante eso Dios va colocando diversos senderos para que ese proyecto llegue a su fin. Por ello el mismo profeta exclama: «En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza. Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios.» Estas palabras expresan esta dureza del corazón del hombre para abrirse a la salvación, y se ve reflejada el cansancio del profeta por tratar de cumplir su misión, pero finalmente reconoce que todo está en manos de Dios, Dios sabe siempre como sorprender al hombre y llevarlo a la salvación.
Esto es lo impactante de la misión, si bien Dios llama para hacer público el anuncio de salvación, también es cierto que el hombre va colocando estorbos para alcanzar esta salvación, pero Dios que sabe hacia dónde debe ir ese proyecto, va colocando diversos medios para alcanzar la meta. Y esto lo vemos a lo largo de toda la historia de salvación, Dios que va colocando medios nuevos para alcanzar la salvación del hombre.
Ante esta idea parece resonar las palabras del Papa Benedicto XVI que ha escrito en su reciente libro Jesús de Nazaret, donde marca como Dios busca por nuevos caminos mostrar su amor a pesar de la cerrazón del hombre: «El emprender un nuevo camino del amor después de un primer ofrecimiento fallido, es ciertamente posible según toda la estructura de la imagen bíblica de Dios y la historia de la salvación. Precisamente esa “flexibilidad” de Dios, que espera la libre decisión del hombre y que, de cada “no”, hace brotar una nueva vía del amor, forma parte del camino de la historia de Dios con los hombres, como nos lo describe el Antiguo Testamento. Al “no” de Adán responde con una nueva preocupación por los hombres. Ante el “no” de Babel inaugura una nueva perspectiva de la historia con la elección de Abraham.»
Y esto se ve finalmente en la misión de Jesús, que con el fin de alcanzar la salvación coloca siempre una oferta nueva, porque «Jesús, [dice nuevamente el Papa], en un primer momento, hizo la generosa oferta del mensaje del Reino de Dios y del perdón sin condiciones, pero, cuando se dio cuenta del fracaso de este ofrecimiento, identificó su misión con la del siervo de Dios. Reconoció que tras el rechazo de su oferta sólo quedaba el camino de la expiación vicaria: debía tomar sobre sí la desgracia que se cernía sobre Israel para que muchos lograran llegar a la salvación.»
Por tanto, podemos ver dos cosas. Primeramente que este siervo tiene una misión que es divina, y es una misión que tiene de frente la salvación de la humanidad. Y esta misión es siempre un proyecto de Dios, no hay más misión que el anuncio de esto. Si se anuncia otra cosa que no sea la salvación, si se anuncia una ideología política, o un partido, una conveniencia, en el fondo es traicionar la misión que se ha confiado. El hombre debe anunciar este proyecto de salvación, pues es el único proyecto que Dios tiene.
En segundo lugar, nos muestra que ante este proyecto el hombre tiene un corazón duro, no es capaz de abrirse a él tan fácilmente, pero Dios siempre va presentado caminos nuevos para alcanzarlo. Pero Todo está en manos de Dios y por ello el hombre puede acceder a esta salvación. Siempre hay un camino para llegar a esa salvación, lo importante es verlo y darlo a conocer, o bien verlo y ponerse en marcha sobre de él.
Estas dos ideas parecen iluminar el sentido de la semana santa. Por un lado, esta semana nos lleva a meditar que Dios siempre tiene un plan de salvación, y lo que celebraremos en estos días no es otra cosa sino precisamente el cumplimento del plan de salvación que tiene. No es que celebremos sólo acontecimientos aislados, sino que estamos entrando al gran acontecimiento de salvación que Dios nos ha propuesto para alcanzar esta salvación. Y por otro, descubrir que el misterio de la cruz, es el camino que Dios ha escogido para salvarnos, para mostrarnos su amor, ante la cerrazón del hombre ha entregado a su hijo, para reconocer que el camino de la entrega es el camino de salvación.
Debemos meditar si nosotros somos capaces de entrar en esta salvación, o si nos hemos cerrado a este designio del amor de Dios. Y si nos hemos cerrado, es momento para abrir los ojos y descubrir el camino que en este momento me presenta para entrar en esta salvación que Dios tiene para mí.

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