23/4/11

«Ordena a los israelitas que se pongan en marcha...»

Meditación con motivo de la Vigilia Pascual

Textos:
Génesis 1,1-2,2
Génesis 22,1-18
Éxodo 14, 15-15,1
Isaías 54, 5-14
Isaías 55, 1-11
Baruc 3, 9-15. 32—4, 4
Ezequiel 36, 16-28
Romanos 6,3-11
San Mateo 28,1-10

Llenos de gozo celebramos la solemne Vigilia Pascual, una celebración en la cual se medita y se espera el momento de la resurrección. Y para lograr esta meditación y esta espera en el acontecimiento pascual, la liturgia propone un largo camino de reflexión por medio de siete lecturas del antiguo testamento, lecturas que nos invita a ver el recorrido de la historia de salvación hasta llegar al la resurrección que es el acontecimiento central, el acontecimiento que da plenitud a la vida, y por tanto, toda la historia de salvación prevé este gran acontecimiento. Podemos así ver como las diferentes lecturas nos llevan de la mano para ver el desarrollo de la historia de salvación que tienden a la plenitud de historia en la resurrección, comenzando desde la creación hasta la lectura del profeta Ezequiel en donde en medio del exilio de Babilonia da un anuncio de una nueva alianza que se cumplirá en Cristo por medio de la resurrección, pues los corazones de los hombres vendrán a ser purificados y con ello se iniciará una nueva alianza en donde el pecado será arrancado y podrá ser vencido y con ello se inaugurará una humanidad nueva.
Y justo dentro de este itinerario de lecturas resalta una, que es fundamental dentro de esta celebración y que siempre ha de leerse y es la tercera lectura, el texto del libro del Éxodo. Penetrando un poco en el sentido de este relato podremos entender un poco más lo que esta noche celebramos, pues podremos ver el sentido profundo de la pascua y su plenitud a la luz del acontecimiento de Cristo.
La lectura del libro del éxodo nos presenta el paso por el mar rojo, este paso que nos habla de un pasar de la esclavitud a la libertad, y eso es precisamente el sentido de la pascua, es el pasar de la esclavitud a la libertad, a una vida nueva, distinta en donde Dios reina en el corazón del hombre. Por tanto, hablar de pascua es hablar de liberación, es hablar de una nueva vida en donde ya no existen más las cadenas, no hay más ataduras del pecado, es totalmente nuevo. Sin embargo este paso para la libertad, este paspo para la vida nueva no es algo sencillo, no es algo que sea totalmente sencillo, sino que da miedo, no es fácil iniciar una vida libre de esclavitud, no es fácil iniciar una vida sin ataduras, y no es fácil por dos cosas, por un lado porque uno ya se ha acostumbrado al pecado, ya está acostumbrado a su esclavitud, a vivir y ver las cosas desde esa perspectiva. Por otro lado es difícil, porque estar libre implica que uno está expuesto a una nueva esclavitud. Finalmente hay miedo al dar este paso.
Estas dos causas que producen el temor, el miedo a vencer la esclavitud y vivir sin ella y el miedo a ser esclavos nuevamente, están claramente expresado en el texto. Podemos ver como los judíos se topan ante el mar, una barrera inexpugnable, una barrera que nos e pude rodear fácilmente. Esto quiere decir que no tan fácil dar el paso a la libertad, hay que romper las barreras, hay que romper con aquello que no es esclaviza, es un mar inmenso que se nos presenta delante de nosotros. Quien puede vencer ese mar de las adicciones, quién puede rodear ese pensamiento de odio que está en nuestros corazones, quién puede abrirse camino en medio de ese inmenso sentimiento de venganza que carcome nuestro ser, como abrirse paso en medio del gran mar de la infidelidad. Efectivamente nos topamos con un mar gigantesco, imposible de ser vencido, imposible de ser destruido. Finalmente es difícil vencer el mal, era más fácil haberse quedado en la esclavitud y por supuesto era más fácil verlo todo desde la perspectiva y evitaba cualquier intento por querer vencer ese mar, y por tanto el querer ver más allá de él, el querer comprender la realidad más allá de la esclavitud. Es un riesgo, es un trabajo, es algo arduo y pesado.
Por otro lado, esta escena se sitúa no solo con un pueblo delante de este enorme mar, sino que también se encuentra perseguido por Egipto. Esto nos indica precisamente que están amenazados con volver a las esclavitudes. Si el pueblo egipcio los alcanza, regresarán a la esclavitud y ahora será más cruel. Podemos ver aquí el peligro del hombre que al querer ser libre, puede volver a ser esclavo y de una esclavitud peor. Esta es la gran lucha del hombre, pues, ser libre es cuidarse de no volver a caer en la esclavitud, pues Egipto nos puede volver a alcanzar. Puede alcanzarnos un nuevo odio, una nueva envidia, una nueva manera de destruir la vida del otro, un nuevo sentimiento que sacuda y acaba con nuestro débil corazón.
Podemos situar al pueblo en medio de estos dos temores, los grandes temores al querer ser libres, sólo queda la súplica, sólo queda gritarle a Dios, pues la humana fragilidad nada puede hacer. Y ante esto Dios habla: «¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha.» Dios habla y ordena que se dejen de quejar, que no teman, pues finalmente el proyecto de liberación, no es algo meramente humano, es un proyecto de Dios, si el hombre puede alcázar la libertad es precisamente porque Dios lo ha llamado a la libertad, es porque Dios hace posible este estado de vida del hombre. Lo único que debe hacer el hombre es caminar, es ponerse en marcha. Si el hombre ha iniciado su caminata hacia la libertad, no debe dejarse aspaventar por los temores, no debe temer a una nueva esclavitud, no debe temer a la inmensidad del mar, a la dificultad de vencer la esclavitud, todo es de Dios, lo único que el hombre no debe dejar de hacer es dejar de caminar, si inició el camino de libertad que siga en marcha, que siga caminando hacia adelante Lo único que le puede vencer y evitar su libertad, no es el mar, ni los egipcios; lo único que lo puede vencer es el miedo que paraliza y le impide caminar, pero si el pueblo camina, si el pueblo no detiene la marcha en su camino a la libertad todo es vencido y la libertad será conquistada.
Si el pueblo camina, expresa su fe en Dios y Dios mostrará su poder para que el pueblo sea libre: «Con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie enjuto.» Entonces el mar se abre, es decir, las barreras que impiden que el hombre sea feliz, son abiertas, se dividen, quiere decir que no hay más que hacer, si el hombre puede ser libre es precisamente porque Dios ha destruido las barreras, porque Dios abre el muro, por eso es posible la libertad. Al hombre le corresponde caminar, al hombre le corresponde no detenerse, las barreras, los miedos, las dificultades y tropiezos que pueden impedir la libertad serán destruidos por Dios.
Al contemplar el mar abierto uno puede ver un gran milagro de la naturaleza, pero el texto no le interesa es e milagro, sino que le interesa aún más otro milagro, el milagro de de la libertad, el hombre pude romper sus cadenas, el hombre puede ser libre, lo único que debe hacer es confiar y caminar, estar en marcha en el proyecto que Dios ha trazado.
Si el hombre deja de caminar temiendo que no es posible vencer el mar, que no es posible vencer la inmensidad de la esclavitud, del pecado, entonces frustra el proyecto de Dios. O bien si el hombre deja de caminar, entonces es alcanzado por los egipcios, es alanzado por la esclavitud nuevamente, pero el secreto es estar en camino, no detenerse, no permitir que la esclavitud sea tan grande como para temerle y no seguir caminado en el camino de la libertad.
Esa es la fiesta de la Pascua en el Antiguo Testamento, una fiesta de libertad, un llamado a la humanidad para ser libre, un llamado a la humanidad para vivir sin esclavitudes. Y ahora en medio de la celebración pascual se puede descubrir que Dios finalmente llama a una libertad plena, una libertad sin límites, pues lo único que podría amedrentar al hombre e impedirle que sigua caminando es la muerte. El temor a la muerte puede hacer que el hombre se atemorice, puede hacer que el hombre tenga miedo y se paralice y dejar que sea esclavizado por cantidad de cosas cuya raíz es la muerte, pero ahora en medio e la vigilia pascual descubrimos que la muerte, la razón última de la esclavitud es destruida, Cristo resucita y por ello la muerte es vencida, no tiene la última palabra ahora el hombre puede vivir libremente en medio de su vida, pues nada puede atarlo, ni hacerle temer.
Y este mandato del libro del éxodo es válido para nosotros: Ponernos en camino, no dejar que el miedo nos paralice. Ponernos en camino y no dejar que el odio, la indiferencia, el rencor, el engaño se fermente en el corazón. Es momento de hacer camino, es momento de ponerse en marcha y dejar que estas situaciones sean vencidas, ponerse en camino y no dejar que esto sea más fuerte que nosotros, pues es Dios quien nos da la fuerza para vencer las esclavitudes, es más, es Cristo que con su resurrección nos da la gracia y la capacidad para vencer el pecado y la muerte que tare consigno.
Pongámonos en marcha y dejemos que la pascua del Señor entre en nuestras vidas, que su gracia llene nuestros corazones, y puestos en marcha vayamos vencido las esclavitudes y vayamos siendo libres vayamos transformando el mundo, pues como dice san Pablo en la lectura de hoy: «Considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús», pues con su resurrección vivimos y somos capaces de dar vida al mundo, y sólo así desde esta perspectiva podemos ser distintos y generar un miedo distinto. Pongamos en camino, pues estando en camino podemos decir “¡Felices pascuas de resurrección!

1 comentario:

  1. Gracias doy a Dios todopoderoso porque me llevo a encontrar este mensaje que lo tenía para mí desde la eternidad.un abrazo.

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