24/12/10

Acto 2: Dios no encuentra ninguna morada

Meditación con motivo de la solemnidad de la Natividad del Señor
Misa de Medianoche

Textos:
Isaías 9,1-6
Tito 2,11-14
San Lucas 2,1-14
El texto de la mañana nos decía claramente que David quería construir una casa para Dios. Hoy celebramos la solemnidad de la navidad, y curiosamente, Dios se hace presente, pero el texto nos duce algo curioso que «Dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.» Por qué no hay lugar para ellos, parece una contradicción, antes David quería hacer templos, incluso los mismos judíos querían que Jesús, el Mesías viniera. Pero no hay lugar. Meditemos sobre las diferentes razones por lo cual Jesús no encuentra lugar. Analicemos algunos elementos de esta falta de hospitalidad.
En primer lugar podemos ver haciendo un parangón con David, como meditábamos; hacer el templo y hospedar a Dios no era una mera cortesía o piedad, sino que quería con ella encerrar a Dios y con ello legitimar su poder. Podemos concluir con esto que quería hacer la casa a Dios para tenerlo a su favor, una mera conveniencia. Quiere decir que no hospedamos a Dios porque no hay el interés que David tiene, es decir, mientras que no se pueda utilizar la acción de Dios, para algún beneficio queda fuera. Descubrimos que Dios no me ayuda en mi sistema de poder y por lo tanto quedamos fuera.
Otra razón por la que no había lugar para ellos, es porque no lo esperaban, no hay expectativa de esperarlo. Cuando alguien no tiene lugar en la vida del otro, es simplemente porque no es necesario, no entra en la estructura. Muchas veces Dios no tiene lugar en la vida de los demás, porque en realidad no tiene nada de importante en sus vidas. No hace ningún eco en la vida, sea porque en su filosofía, en su vida, no entra. Es algo accesorio, es algo que no esperaban, es algo que nunca se necesita, ni se requerirá. Se puede vivir bien en el consumismo, en la conveniencia, en la corrupción, en el mero pacer. No se espera a Dios.
Otra razón es que no lo esperan porque para ellos no es importante. Es decir, en su vida no era importante la salvación, vivían contentos con lo que tenían y hacían, y por ello no esperan a nadie ni a nada. Por ejemplo, no se espera a Jesús porque sólo lo necesitamos de vez en cuando, cuando se ofrece algo, pero mientras vivimos bien, al margen de Dios. No es que No nos interese Dios, no es que nunca lo esperamos, si lo esperamos, pero sólo se recurre a él cuando es necesario. De tal manera que muy difícilmente lo encontramos en nuestra vida, difícilmente será cogido así, sólo es cuando es necesario.
O puede ser que no es aceptado porque no tenía reservación. Reservación implica que debe de tenerse planeado todo. Pero Dio no es así actúa de improviso, actúa cundo menos lo esperamos. Y muchos no les gusta, pues llama cuando no debe, pide lo que no nos imaginamos. Eso molesta, porque no nos imaginamos que vaya a pedir, qué exigencia tiene para nosotros. Mejor no lo aceptamos, que reserve y así planeamos o de plano emprendemos la retirada.
Otra cosa es que tal vez se desilusionaron y descubrieron que el Mesías no era lo que esperaban. Los judíos esperaban a un Mesías que destruyera a sus enemigos, pero Jesús llega pequeño y frágil como un niño. Ese Mesías no les gusta a los judíos. A lo mejor nosotros queremos milagros, cosas llamativas, pero no descubrimos el verdadero sentido de la fe, creemos que todo es desde lo grande, y a nuestros criterios de poder.
O bien, no hay lugar, porque todo está lleno. Y es que la vida la vamos llenando de cantidad de cosas, que impiden que haya un lugar para los demás. En especial, la llenamos de cosas, ¡y no hay lugar para Jesús. Por ejemplo la vamos llenando de momentos felices, y creemos que no hace falta ahí, o que incluso que estorbará, sin descubrir que Jesús da sentido y plenitud a la verdadera alegría. O bien la vamos llenando de cosas negativas, al vamos llenando de cosas destructivas, como las mentiras, las envidias, los rencores y por lo tanto, no es posible llenar nuestra vida la experiencia del amor y generosidad que viene de Jesús.
Una vez meditado esto deberíamos de ver hasta qué punto vamos dejando que Jesús entre en nuestras vidas. Esta navidad realmente encontrará Jesús acogida y un lugar en medio de nosotros. Sólo así se puede celebrar la navidad, pues navidad es acoger a Jesús, es dejar que entre en nuestras vidas. Si nos detenemos un poco, hay unos que lo acogen y son los pastores, es decir, los que son pequeños, los frágiles en la historia son capaces de escuchar y acoger un mensaje y se dirigirán hacia Jesús, mostrando que si hay un lugar para ellos en su corazón. Tal vez, no lo podían acoger en su casa, pues tenían casa, estaban en descampado, pero lo acogen en el momento en el que salen a su encuentro. Hoy podemos como esos pastores acoger su palabra y acogerlo en nuestras vidas.

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