27/12/10

Acto 4: Anunciar al que ha puesto su tienda entre nosotros

Meditación con motivo de la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista

Textos:
1 San Juan 1,1-4
San Juan 20,2-8

Hemos reflexionado en tres actos los días pasados sobre la tienda en la cual se quiere resguardar a Dios, pero que en el fondo sólo es por mera conveniencia, pues a la hora de confrontarse con la realidad, de ver lo que se debe de vivir, del compromiso que implica el encuentro con Dios, el camino de la encarnación, el hombre le da miedo y retrocede, no hay lugar para él, sin embargo la Palabra se hace carne, y pone su tienda en medio del mundo, porque Dios quiere estar en medio de la creación. De tal manera que la Navidad nos invita a acércanos a la tienda y conocer el proyecto de Dios.
Pero este acercarnos no se puede limitar solamente a contemplar y a dejar que se transforme nuestra vida, sino que nos debe convertir en portadores de este anuncio, y a darlo a conocer, y este sería por lo tanto un cuarto acto, que lleva a la responsabilidad de auténtico creyente, de anunciar el mensaje de la encarnación, y es el objetivo de esta fiesta del día de hoy.
Hoy la Iglesia centra su mirada en la persona del evangelista san Juan, y lo hace justo en medio del tiempo de la navidad, porque es precisamente el evangelista quien ha hecho una reflexión más profunda sobre el misterio de la encarnación. Invitándonos a ver, como este apóstol al contemplar el misterio de la encarnación lo anuncia, es consciente de la grandeza, del Dios que se hace carne, que acampa en medio a nosotros y lo anuncia, anuncia la encarnación, convirtiéndose así en paradigma de aquel que debe anunciar este misterio que en este tiempo celebramos.
Y justamente el día de hoy en la primera lectura comenzamos a leer la primera carta en donde se habla de dar este testimonio de la encarnación, dar el testimonio de Cristo que ha acampado en medio de nosotros: «Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos
San Juan coloca que el anuncio que realiza, no es sobre una realidad efímera, una realidad pasajera, sino lo que existía desde el principio, por lo tanto, de la divinidad, de lo que está en el principio, lo que tiene un origen y sentido rector de la vida. Se anuncia a aquel que da sentido a la creación y a la historia, lo que es el principio, lo que da origen a todo, lo que le da orden y armonía a la creación. Por lo que su anuncio remite a los orígenes, al sentido último de la realidad.
Y ese anuncio del verbo encarnado, no es una mera idea abstracta, no es una mera suposición, sino que es el anuncio de aun realidad, de una persona que ha puesto su tienda entre nosotros y por esa razón nos invita a transformar nuestra vida. Y es una realidad porque es lo que se ha oído, parte de sus enseñanzas, se anuncia la enseñanza del maestro. Es lo que han visto, y por lo tanto es un anuncio que parte de un testimonio visible, que han sido capaces de observar, no es algo que les contaron, sino que es una realidad.
Es el anuncio de lo que se ha contemplado, que implica la capacidad de profundizar en lo que se ha visto y oído, no es sólo el recuento de una historia, no es simplemente la capacidad de contar cosas, no es un mero relato, sino que parte de lo que se vio y escucho y por esa razón se contempló, es decir, se medito, se entiende todo a la luz de la fe, del misterio pascual que el mismo evangelio remite, es el anuncio de algo que al verse y oírse, se ha profundizado, entendiendo bien las cosas, y sacando conclusiones que dan sentido a la vida misma.
Es el anuncio de lo que ha tocado con sus manos, remitiendo no sólo a una mera expresión corporal, sino a la capacidad de la vivencia. Es el anuncio de un misterio que se ha vivido, que se ha tocado, que se ha experimentado en la vida de todos los creyentes. Ese es el anuncio que hoy se hace, ese es el anuncio que hoy se comunica, una anuncio que se vive, que se han dejado trasformar `por él, que se han dejado renovar por ese acontecimiento.
De tal manera, que el anuncio parte de un acontecimiento histórico que se ve y se escucha, que se contempla, profundizándolo, y que se vive, dejándose trasforma por él y convirtiéndose así en un testimonio vivo, para los demás. Ese es el anuncio que él trae, y ese debe ser el anuncio que debe transformar a los hombres. Ese anuncio es el que hoy se vive en este tiempo de la navidad.
Hoy, debemos anunciara Cristo que se ha hecho carne por nosotros, que está con nosotros, a lo mejor podríamos decir, pero si no lo he visto con mis ojos, ni lo he escuchado de viva voz, pero si que me he dejado transformar por él, y he visto su acción en mi vida, y he descubierto el sentido de sus palabras en medio de mi vida. Y esa transformación de convierte en testimonio, de que Hoy Cristo está en medio e mi, de que Hoy Cristo ha nacida y me ha renovado, de que Hoy es posible entrar a la tienda y salir a anunciar transformando el mundo radicalmente. Ese anuncio es lo que da sentido a la navidad, impidiendo que se quede en una mera fiesta, y dejando que se convierta en un situación de visa y transformación del mundo, anunciándolo con nuestra propia vida, pues si la Palabra se ha hecho carne y habita en medio de nosotros, debemos hacerlo creíble, de lo contrario es sólo un enunciado más, un dogma más con el que se especula, pero no dice nada al mundo ni transforma la historia, y en el fondo implicaría que sigue sin ser acogido por nadie, pues no vemos esa tienda que ha puesto entre nosotros.

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