15/9/09

Vida de Fe: Camino hacia la madurez

Meditación con motivo de la memoria de Nuestra Señora de los Dolores

Textos:
1 Timoteo 3, 1-13
San Juan 19,25-27

El día de hoy la Iglesia contempla a Nuestra Madre Santísima al pie de la cruz y eso nos enseña algo más sobre la fe, un tema que hemos venido reflexionando, el domingo y el día de ayer con el Centurión. Hoy damos un paso más y descubriremos acompañados por la mano de María que la fe es algo que debe llevarnos a la madurez. La Virgen María desde luego que sufrió al ver a su Hijo colgado de la cruz, y sin embargo en medio de su dolor no se rindió, ni se tambaleo, al contrario aceptó una misión más: «Mujer, aquí tienes a tu hijo
Aceptar esta misión nueva no es sencillo implica una madurez plena, una madurez para que en medio del dolor seamos capaces de descubrir que estamos llamados a hacer algo más en la vida y que nuestra fe nos lo exige.
La vida de fe debe de ser madura realmente en cada uno de nosotros, desde luego que nos encontraremos con momentos de dolor y de tristezas, y tratar de descubrir que siempre hay un nuevo camino, un nuevo rumbo, de lo contrario no podríamos seguir en nuestra vida de fe. Cuántas personas hoy día dejan de creer porque hay dolor, porque tuvieron una mala puntada, porque no solucionaron un conflicto, y simplemente dicen “yo ya no creo, mejor me alejo de Dios”, o incluso vivir según el slogan de algunos autobuses que ponen en España diciendo “Probablemente Dios no existe deja de preocuparte y disfruta la vida”.
Eso implica que en realidad la fe nunca maduró, pues cuando llega el momento de la prueba, el del dolor no somos capaces de seguir con nuestra fe, al contrario renegamos y no vemos como se puede solucionar todo, y descubrir la enseñanza de nuestra vida.
La Virgen María lo hizo, no la vemos ahí al pie de la cruz gritando y lanzándose en contra de los soldados, al contrario, sólo está ahí e silencio tratando de comprenderlo todo. Desde luego que con tristeza, con dolor, pero con fe, siendo capaz de ir descubriendo cuál es el sentido de todo esto y sobre todo aceptando una nueva misión que viene de Jesús. Ello implica la madurez n la vida de fe.
La fe no es para algunos, momentos, o para cuando me vaya bien y Dios cumpla mis caprichos, la fe es un estado de vida que exige crecimiento y madurez, y curiosamente esto se da en medio del dolor, del sufrimiento, no porque seamos masoquistas y lo busquemos, sino porque de repente van llegando sin querer por las diversas vicisitudes de la vida. Lo importante es afrontarlas y descubrir que puedo sacra de ello, que me pide Dios de esta situación, así como la Virgen María lo descubrió al pie de la cruz. Sin esta noción nuestra fe sería sólo de “contentillo”, creo cuando me va bien, pero cuando me va mal, me alejo y reniego. Lo importantes es que vayamos creciendo en la vida de fe y cuando llegue lo difícil y trabajemos esa situación de fe y la maduremos y descubramos que finalmente algo hay, algo que nos renueva, nos transforma y sobre todo hace madurar la fe.

2 comentarios:

  1. PADRE, encontrar sentido al dolor (por la salud de un hijo, por ejemplo. Léase Miguel), no es nada fácil. Sobre todo cuando en nuestra misma comunidad católica escuchamos personas "muy preparadas espiritualmente", diciendo que es una maldición (por mis culpas, las de mi esposo o de nuestros antepasados...)
    PADRE, EL DOLOR ES UN ENCUENTRO CON DIOS, CON EL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE Y POR EL DOLOR, COMPRENDEMOS, SABEMOS QUE DEBEMOS VIVIR DE ACUERDO A SU DIVINA VOLUNTAD, SIEMPRE CON AMOR, CON HUMILDAD, CON FE.
    ES DIFÍCIL, PERO ¡CUÁNTA VERDAD ENCIERRAN LAS PA LABRAS DEL PROFETA ISAÍAS! "EL SEÑOR NOS AYUDA, POR ESO NO QUEDAMOS CONFUNDIDOS (CON LAS "BUENAS OPINIONES SABIAS" QUE NOS QUIEREN HACER VER UNA BENDICIÓN DE DIOS, COMO UNA MALDICIÓN), NI QUEDAMOS AVERGONZADOS" (ANTE EL MUTISMO SELECTIVO DE MIGUE)
    BENDITO SEA DIOS PORQUE, EN CADA DISCAPACITADO, ESTÁ JESÚS QUE NOS AMA ¡CÓMO NO TENER FÉ!
    GRACIAS PADRE.
    LO SALUDA, LA ÚLTIMA DE LAS ENAMORADAS DE CADIAM

    ResponderEliminar
  2. Mio Caro Padre Esteban:

    Siempre he pensado y sentido que nuestra santísima madre, la Virgen María, es nuestra intercesora, que nos lleva a Dios y hacia su hijo amado, Nuestro Señor Jesucristo.

    Porque su silencio, es mi silencio, su dolor es mi dolor y su fe es mi fe.

    Entro en silencio para reflexionar sobre el dolor de la Virgen María. Al ver su hijo amado sufriendo Yo sufro y mi corazón se acelera.
    Por eso digo que su silencio es mi silencio, su dolor, es mi dolor.
    Mi alma sufre, pero también sé que Dios, después de este dolor mandará la calma. Su fe es mi fe porque creo en Dios y lo amo.

    Grazie, Mio Caro Padre Esteban.

    ResponderEliminar