18/9/09

Vida de fe: Experiencia del discipulado

Meditación del viernes XXIV de tiempo Ordinario
Ciclo Ferial / I /
Año impar

Textos:
1 Timoteo 6,2-12
San Lucas 8,1-3


El Evangelio del día de hoy parece darnos una pista más sobre la vida de fe, y es que hoy nos muestra las consecuencias de esa vida de fe, que no es otra sino el discipulado. No se puede ser verdaderamente hombre de fe, si no se es discípulo, si no se sigue a Jesús.
Podría surgir una pregunta ¿Cómo podemos hacernos discípulos? ¿Qué condiciones debemos tener en la vida para hacerlo? La respuesta es sencilla: Sólo debemos quererlo y así iniciar el caminar detrás del maestro. El día de hoy vemos como hay mujeres que siguen a Jesús y nos presenta la condición social de cada una de ellas. Primeramente María Magdalena que nos indica que le han sacado siete demonios, lo cual quiere decir que es una persona que ha estado llena totalmente (siete = totalidad), por todo tipo de ideologías violentas, destructivas. Con esto el evangelista pone de manifiesto que nadie puede quedarse al margen del encuentro con Jesús, si alguien decide acercarse a él y vivir el evangelio y tener la auténtica experiencia de fe seguramente que lo logrará. A veces hay personas que creen que por su estilo de vida en el pasado están imposibilitadas para encontrarse con Dios o para vivir su fe o comprometerse con ella. Esto es un error, si la persona realmente se ha encontrado con Dios por supuesto que puede acercarse y vivir de manera comprometida su fe, como lo hace María Magdalena y cientos de santos a lo largo de la historia. Así se hace discípulo, sin creer que el pasado afecta e imposibilita al hombre para transformarlo totalmente.
En segundo lugar nos presenta a Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes. Marcando que esta mujer está dentro del ámbito político de su tiempo. Eso quiere decir que la política no va en contra de su fe. Perfectamente se pueden armonizar y vivir la fe y la vida política, claro que ha de dejar que todo sea iluminado por Dios. Porque curiosamente se suelen separar las prácticas y por un lado se es injusto y por otro creyente bueno. Eso es una vida de fe a medias. El hombre de fe debe de tratar, de esforzarse continuamente para que esas dos realidades vayan siempre unidas. Esto lo podemos aplicar a todos los ámbitos -que de alguna forma ya lo hemos ido explicando en días pasados-, diciendo que mi vida cotidiana llámese familia, trabajo debe de estar iluminada por Dios según mi vida de fe. Cuando esto se logra se es un verdadero discípulo y no un mero fanático de la fe que va de paso.
Finalmente se habla de Susana que en realidad no sabemos nada de ella, sin embargo se ha colocado su nombre para aclarar dos cosas: Primeramente que este grupo está formado por mujeres bien concretas y en segundo lugar que en la comunidad todos tienen una identidad, pues la fe no hace masas sino que nos da personalidad, identidad delante de Dios.
Etas mujeres forman una grupo al interno de la comunidad y algo que es importante a considerar es que al final de todo el evangelista las coloca como servidoras, con esto os indica que ellas cubrían los gastos de toda la comitiva de Jesús, incluyéndolas a ellas y los doce apóstoles, mientras recorrían las ciudades y aldeas anunciando y evangelizando. Pero también nos marca la vida de fe exige servicio. Sin el servicio no hay discipulado y sin discipulado no hay verdadera fe. Ser hombre de fe es tener la capacidad de ser un verdadero y auténtico servidor de cara a los demás. Preguntémonos entonces si cada uno de nosotros somos realmente serviciales y si hemos sido capaces de dar el paso ser discípulos.

Me llama la atención como san Lucas nos habla del papel de las mujeres en la comunidad y creo que este evangelio da pie para reconocer el valor que la mujer tiene para nuestra vida de fe, pero creo que sobre ello meditaré después…

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